Este fin de semana he estado despidiendo la soltería de la primera amiga que ha decidido unirse en breve en santo matrimonio. Me duele todo el cuerpo, nos la hemos trabajado mucho, hemos hecho de todo, excepto boy que estaba prohibidísimo, por suerte, y, por lo menos, hemos arrancado a la novia de los brazos de su hombre por una noche, que es todo un mérito. Un grupo de tías bastante dispar haciendo el canelo por un pueblecito medieval. Sin excusa de por medio nunca nos habríamos puesto de acuerdo para hacer un fin de semana campestre, así que ya le he encontrado algo bueno a las bodas. Habría que despedir más cosas, aunque la gente sea soltera y no se case. Un año despides el invierno, otro te despides de la universidad, del piso donde vivías o lo que sea y coges a unos cuantas personas, te vas de camping y te partes de risa. Por desgracia esas cosas no se consideran excusas lo suficientemente potentes para mover a mucha gente. Pero yo aunque no me case también quiero despedir algo y que me lleven de paseo de sorpresa.