Desde que tengo memoria, antes quizá también pasaba pero no me acuerdo, mi madre, unos quince o veinte días antes de mi cumpleaños empieza a contarme la historia de cuando nací. Qué pasaba en la familia, qué tiempo hacía, que antojos tenía, que no quería salir y nací arrugadica... Todo, con pelos y señales, para que yo lo sepa como si hubiese sido una espectadora más. La mayoría de veces le digo... - Mama... ¿otra vez...? Pero si no lo hubiera hecho yo no sabría que llegué al hospital escoltada por la policía y que soy tan laminera porque mi madre se comió un chocolatazo justo antes de tenerme. Este año ya ha empezado.