lunes, mayo 15, 2006

De vuelta en casita tras un fin de semana largo de lo más intenso, tanto que parece que hace un montón que me fui. El concierto a cuatro manos de los hermanísimos fue genial y tocaron de vicio. Cuando tienen concierto es un día especial porque si no hay obligación que me lo impida, y yo procuro que así sea, me brindan la oportunidad de presentar al público lo que interpretan y sentarme a su lado para pasar las páginas de unas partituras llenas de vida y así tener la privilegiada vista de cuatro vertiginosas manos que convierten en luz el sonido de un piano. Además, sus respectivos amores, cuñadas mías que ni de lejos merecen palabra tan fría, se convierten con facilidad innata en técnicos de imagen, sonido y luz, asesoras de imagen y relaciones públicas. También es especial porque implica un viajecito, un sitio nuevo y gente diferente. Esta vez, la gente diferente era el colegio de ingenieros de caminos de Castilla La Mancha...sí sí, ahí es nada. Celebraban su patrón con el concierto y una cena, a la que asistimos, en un restaurante toledano con decoración pseudomedieval. Después de ser acogidos estupendamente volvímos a Madrid por una carretera que quizá había construido alguien de la mesa de al lado.
Al día siguiente, la mitad de los habitantes de Madrid se habían ido de puente y la otra mitad, más todos los que habíamos ido, salimos a la calle de compras y paseos. Un estrés muy relajante. Tras la unión al clan de dos miembros más, unas tapas con curiosas anécdotas que alargarían innecesariamente esta entrada y una cena en un argentino de cuidado, la terraza de un ático con vistas a la luna de Madrid se convirtió en un exclusivo club en el que reinaban los mojitos con hierbabuena casera y un, poco saludable, juego que tenía por protagonista a un tal Bartolo.
Al despertar, ocho socios desayunaban al sol en torno a una bandeja enorme de napolitanas recientes y salían a aumentar sus pilas de lecturas pendientes a la librería del Reina Sofía, chulísima por cierto. A la tarde, después de la inevitable disgregación volvíamos a casa en un tranquilo viaje con regaliz rojo.
El otro día, mi supertío del amor escribía que buscamos los grandes espectáculos para poder perder las horas anteriores esperando, y así es. Pero ahora que éste ya ha pasado y mientras me busco otro gran espectáculo me tengo que poner a estudiar, que tengo mucho lío.

3 Comments:

Blogger Rodrigo said...

¿En qué consiste el juego ese del Bartolo? Yo sólo conozco a la Bartola de tirármela y eso.

3:29 p. m.  
Blogger Mirty said...

Es uno de esos juegos en el que cuando te equivocas bebes y te toca llamarte Bartolo. Un día jugamos.

4:33 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Estaba deseando leer tu punto de vista del maravilloso fin de seman largo.
eres genial, me reí mucho recordando al "bartolo de la noche"...
Besines para .....mirty!!!!!!
Buen estudio
Busfbuss

12:06 a. m.  

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